viernes, 16 de octubre de 2009

El Destello


Andrew estaba seguro, si se concentraba lo suficiente, era capaz de emitir destellos con sus manos, aun no sabia que producían dichos destellos, ni si eran buenos o malos, solo sabia que era capaz. Cerraba los ojos con fuerza, ponía las palmas una contra otra, a unos diez centímetros de distanciase concentraba, muy fijamente, inmóvil, cuando notaba un hormigueo, abría los ojos y allí estaba era una delgada línea luminosa que iba de una palma a otra, duraba apenas un segundo, el que tardaba en perder la concentración, pero allí estaba!!!!

Tenia 15 años cuando Andrew descubrió el destello, diez años después Andrew era capaz de mantener varios segundos el destello entre sus manos, ya no necesitaba tanto esfuerzo para realizarlo, incluso a aquella delgada línea dorada se le habían unido dos o tres líneas mas.

Andrew era un simple oficinista cuando ocurrió el incidente, el destello de sus manos, mas que acarrearle beneficios, solo había conseguido temores y burlas, en principio, no hacían nada sus destellos, no provocaban calor, ni frío, ni dolor ni placer, solo eran destellos. Era capaz de mantenerlos durante algunos minutos, lo hacia con insultante facilidad, y sus manos podía separarse hasta prácticamente un metro, era realmente asombroso verlo, pero de pura inutilidad, había dejado de hacerlo, ya que siempre acababa siendo el “fenómeno” de las fiestas, su vida se reducía a su oficina, su apartamento y su pasión por Marty, la dueña de la librería donde Andrew adquiría los libros que le hacían compañía.

El día del incidente Marty abrió la librería como cada día a las nueve de la mañana, la gustaba madrugar y tener los periódicos a disposición de los clientes, Marty aparentaba muchos mas años de los que en realidad tenia, fruto de una vida esforzada y entregada a la librería que le dejo su padre a una temprana edad, no tenia muchos clientes pero todos la apreciaban, ella los llamaba “mi familia”, a las cinco de la tarde, Andrew entro corriendo en la librería, estaba a punto de cerrar y no quería perder la oportunidad de comprar una novela para el fin de semana, ni de ver a Marty, era viernes....

Entro sin resuello en la librería, se podría decir que no era especialmente deportista, miró alrededor y no vio a nadie, todo estaba pulcramente limpio, el olor de libros nuevos impregnaba el ambiente y le daba a la librería una sensación de calidez reconfortante. Andrew se dirigió decidido al mostrador, apenas dio tres pasos escuchó un sonido seco, atronador, acompañado de un fogonazo la estantería situada a su izquierda se tambaleo, un hombre encapuchado surgió de repente golpeándole con violencia, Andrew cayó redondo, tampoco se diría que era muy atlético, ya desde el suelo vio el cuerpo inerte de Marty tirado en el suelo.

Un hondo dolor se apoderó de todo su cuerpo, el tiro se realizo a corta distancia, incluso había quemaduras en la blusa de marty, a la altura de su pecho izquierdo, la muerte fue instantánea. Andrew soltó mucha rabia, lloraba desconsoladamente, se arrodillo a su lado y la tapo la herida con todas sus fuerzas, el grito de dolor de Andrew se oyó a varias manzanas de la librería. En el momento de mayor tensión de las manos de Andrew surgió un destello, su destello, que penetro e iluminó todo el cuerpo de Marty, puede decirse que incluso lo elevó un poco, de repente, todo quedó en calma. Andrew cayó agotado al suelo, Marty se incorporó y sus manos fueron hacia su corazón, las miró asombrada, miró a Andrew abatido y lo abrazo con su corazón y su cuerpo lleno de amor, fue cuando Andrew descubrió que sus destellos, no eran destellos, era su amor y hoy se lo había entregado a Marty.

Pasaron muchos años y Andrew nunca tuvo mas destellos, lo intentó y lo intentó pero nada, nunca consiguió volver a verlo, un día, Marty, intentando abrir un bote de mermelada que se le resistía, hizo tanta fuerza que le pareció ver un destello salir de sus manos, esa misma tarde se lo contó a Andrew el cual la comento que no le diera importancia, Marty no se la dio y ambos se marcharon a abrir la librería, Andrew tenia en su rostro una sonrisa de satisfacción, sabia donde estaba su amor.